jueves, 3 de diciembre de 2009

Educando a Gabi


Este blog no sólo hace reír. También informa. Yo, por ejemplo, me anoticié recién, mirando el ángulo superior derecho de la pantalla (donde los arqueros no llegan) de que faltan menos de 100 días para el nacimiento de mi hija. Y, con la cuenta regresiva avanzando rápidamente, llegó el momento de establecer algunos conceptos sobre la educación que va a recibir la niña.

La primera decisión es que no se le pincharán las orejas para que use aritos

Si quiere, cuando sea grande, que se someta al dolor en forma consciente. Lo mismo con las vacunas. Si a los 10 años me dice "papá, quiero estar a salvo de la polio", vamos a que se aplique la BCG con todo gusto. Y si me dice que para eso deberían darle la Sabín, que respete a su padre, caramba. Sin respeto, esta sociedad se va al tacho.



Un tema espinoso: el equipo de fútbol

En este punto, a diferencia del anterior, la nena no tiene nada que decidir. La primera condición es que debe aborrecer al club que fue expulsado de Villa Crespo en 1944 y que actualmente tiene su estadio en San Martín (más pistas: empieza con C y jugó en la "C"). Y si a los 15 años aparece con un novio de ese equipo, puede ir armando la valija... Y lo mismo si el novio es de otro club, ¿que tiene que andar noviando a los 15?


Después, la madre es de Boca pero puede estar mirando Utilísima en plena final de la Copa Libertadores. El padre (estoy hablando de mí, creo) simpatiza con River, aunque es de público conocimiento que Atlanta tiene un lugar más importante.

Gabi, desde adentro de la panza, debutó en la cancha en una caída del equipo Bohemio contra Villa San Carlos. Cuando la creíamos perdida, un par de meses después, revirtió la tendencia. Ya con los ojos abiertos para percibir la luz que emana el "Mágico" González con la 10 en la espalda, vio al equipo jugar sorprendentemente bien (con Atlanta, estas dos palabras siempre van unidas) y derrotar a Armenio por 3 a 0. No la voy a obligar a nada, pero uno de sus primeros atuendos ya está listo.







Igual, nada de que entre a la cancha en brazos de un jugador. En todo caso, que la lleve Llinás, que es el arquero y se supone que debería agarrarla con seguridad, como si fuera un ollazo en el minuto 90. Bah... mejor no arriesgar.


La famosa estimulación
Hay padres que les hacen oír a Mozart a los bebés desde que están adentro de la panza. Supuestamente, así salen más inteligentes y no se dedican al periodismo deportivo. Con mi mujer, estamos a favor de que escuche música desde ahora, pero con temática infantil. Silvio Rodríguez, Serrat... Y esa de Drexler que habla claramente de la nena que llora pidiendo la mamadera. La que dice "tanta lágrima, tanta lágrima, y yo soy un vaso vacío. Oigo una voz que me llama, casi un suspiro: mema, mema, mema...".
Hay otras formas de estimulación un poco más polémicas, con efedrina y esas cosas, pero yo no coincido.



Esto por ahora. Pero quedan casi 100 días para seguir planificando.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Lo que viene, lo que viene...


Como se podrán imaginar, recibí una avalancha de respuestas haciendo elucubraciones acerca del motivo de la nueva cuenta regresiva. Todas equivocadas, por supuesto.


No se trata de mi próximo cumpleaños: no me conformo con 35 años en lugar de 100.


No indica la fecha estimada del próximo gol de Atlanta: con nuevo DT, el equipo volvió a atacar y a convertir. Y dejó de defender y de empatar para comenzar a perder.


No es la cuenta regresiva hacia el Mundial de Sudáfrica: tampoco indica cuándo debemos dejar de mamarla. Diego dijo que sigamos y todavía no dio una contraorden.


No marca la fecha del próximo post de este blog: fue la respuesta mayoritaria, ante la demora en la publicación de algo nuevo. Si son ansiosos, pregúntenle al Sr. Maradona qué pueden hacer mientras tanto.


Si alguno se molestó en hacer los cálculos, el día final de la cuenta regresiva es el 12 de marzo. ¿Comienza un nuevo ciclo lectivo y voy a completar la primaria por no haber aprobado actividades prácticas de 3er. grado? No, no es eso (aunque al día de hoy no podría sacarme un mísero 4 en esa materia ni en dibujo).


El 12 de marzo, seguramente, no va a pasar nada. Lo más probable es que ocurra unos días antes o unos después. Nos estamos preparando. El tiempo está a favor de los pequeños.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Nueva cuenta regresiva


Se añadió al blog una nueva cuenta regresiva. Próximamente se explicará qué debería suceder cuando llegue a cero, aunque para entretenerse pueden ir sacando la cuenta de en qué día terminará. El que acierte se queda con mi auto y mi piso en Libertador.


Aclaración para ser leída rápidamente como en las publicidades de la radio: el señor Kotlar no tiene auto ni piso en Libertador. El que acierte no se gana nada y sólo por participar deberá abonar un 0,1% del valor de un 0 km. (digamos un Peugeot 206) y el 0,05% de un piso en Libertador (del lado de Capital). Sin obligación de compra.

jueves, 2 de julio de 2009

El viejo truco

Hay un recurso de los guionistas hollywoodenses que ya me tiene cansado. Sépanlo los que leen este blog allá en Los Angeles. Es ese de que, si se le habla desde el sentimiento a una máquina, o a alguien a quien le lavaron el cerebro, éste reacciona y modifica su conducta. Veamos algunos ejemplos para que quede más claro.


Hellboy:



Tuve la desgracia de verla hace algún tiempo. El tipo es un diablo reconvertido en héroe, pero su función original es desatar el apocalipsis y acabar con este mundo (como si se fuera a perder mucho). Cuando está a punto de terminar con la tarea, obligado por el malo de la película (Rasputín), uno de sus amigotes le tira un rosario (o un newell's, o una cruz, no sé, no soy religioso), le dice algo así como "recuerda quién eres", y ahí se detiene.


El Auto Fantástico:





El capítulo quedó tatuado en mi memoria. Alguien reprograma a Kitt, que se vuelve malo. Cerca del final del capítulo, después de que el auto atropelló a algunas viejas, robó un banco y votó a De Narváez, está por pasarle por arriba a David Hasselhoff y salvarnos de Baywatch. Sin embargo, Michael Knight (era el nombre del personaje), le recuerda al coche (sí, le habla al auto) todo lo que vivieron juntos, le dice que siempre lo cuidó poniéndole Fangio XXI, y KITT recupera la memoria y vuelve a ser bueno.

Los Simpsons:



El perro, Ayudante de Santa o Huesos, según el capítulo, es entrenado por Burns para hacerse guardián. Bart se cuela en la mansión y el ex galgo de carreras no lo reconoce y está dispuesto a atacarlo. Pero el mayor de los hijos de Homero y Marge lo llama "amigo" y no sé qué más, el can hace memoria de los juegos compartidos con el pibe, y en lugar de tirársele encima para descuartizarlo, le termina pasando la lengua y deja su carrera de vigilante.


La Pistola Desnuda:



A la viuda de Elvis le dieron una pastilla y la programaron para matar a Leslie Nielsen. Al accionarse el mecanismo, Priscilla toma una ametralladora y empieza a repetir "debo matar a Frank Drebin". El canoso le recuerda que la ama y que tienen que hacer 2 partes más de la película, la mina llora, se le cae el arma y tenemos el final feliz en la pantalla del estadio de béisbol. Se ríen del cliché, pero lo usan.

El Superagente 86:


El robot Jaime es construido por Kaos, la organización internacional del mal. Lo infiltran en Control y se hace amigo de Maxwell Smart y de la 99. Cuando los atrapa y le dan la orden de matarlos, Max le habla de la tía de Acapulco, Jaime llora y le termina disparando al que lo inventó. Un desagradecido.

¿A que viene todo ésto? El jueves de la semana pasada, estaba viendo a Del Potro contra Hewitt y se me cortó el cable. Le hablé al televisor, le recordé el momento en que lo elegí en Coto entre todos los demás televisores, las cenas en su compañía, y nada.


Después descubrí que tampoco tenía banda ancha. Le leí poemas al módem, le conté cómo todo era mejor ahora que me olvidé del dial up. Tal vez no usé las palabras justas. Aunque lo más probable es que las series y las películas me hayan mentido durante años.

viernes, 15 de mayo de 2009

Mis vacaciones en fotos

Como adelanté en el post anterior, me fui de vacaciones. Estuve en Brasil. Como se suele decir, la onda de la gente es espectacular. Llevaba unos días en Buzios y me hicieron una placa porque les caí simpático. Me suele pasar, despierto eso en la gente.



Las mujeres también son muy agradables, aunque ésta de la foto se mostró un poco fría.


En Río de Janeiro, me paseé por todos lados con la camiseta del más grande...



...pero en el Cristo usé la de Atlanta.
Mi estampa de crack con la pelota al pie, en pleno Maracaná, conquistó a los brasileños, que hace rato no tienen un jugador como la gente.




Por eso, decidieron poner una placa con mi nombre y mis pies grabados en el Hall de la Fama del estadio. Tenían que sacar uno, me dieron a elegir y yo les dije: "les jodería borrar a éste":




"Nenhum problema. Vocé e un craque melhor que ele", me respondieron. Así que puse mis pies y mi nombre quedó para siempre junto al de fenómenos como Rivelino, Sócrates y Fabián Castro.



En resumen, unas vacaciones inolvidables.

viernes, 17 de abril de 2009

La fiesta por las mil visitas al blog


El último sábado, los que hacemos este blog festejamos las mil visitas. Diseñadores, webmasters, administrativos, departamento comercial y encargados de los contenidos, todos nos juntamos a las 9 de la noche en un lujoso restaurante de Puerto Madero. A las 9 y 5, ya estábamos corriendo por la Avenida Alicia Moreau de Justo con algunas paneras como precioso botín, aunque nadie se avivó de agarrar manteca.

A las 9 y media, nos sentamos en una plaza a disfrutar de nuestra cena (el pan), y conversamos sobre la asombrosa popularidad alcanzada en apenas 8 meses por este sitio que empezó como un emprendimiento personal y hoy en día recibe a multitudes. El clima de algarabía era casi unánime. El único que no estaba en la misma sintonía era el contador (contador de visitas), y me acerqué para conocer las razones.

- ¿Qué pasa que no estás contento como el resto, Conti (no es el apellido, es el apodo)?
- Mirá... de las mil visitas, 914 son de la misma computadora: la tuya.
- Buenísimo -le dije- ¿O sea que realmente 86 personas se metieron al blog?
- No, las otras 86 son de la computadora de tu trabajo.

La noticia me cayó como si me hubiera comido 40 panes, con miga incluida, y sin bebida. Bah, en realidad eso era lo que había pasado, así que en realidad no me había alterado en nada.

- ¿Lo saben los auspiciantes? -le pregunté.
- Sí, por eso no tenemos ninguno...

Ahí mismo, convoqué a ese fantástico grupo humano que es clave para poner este blog en funcionamiento, para hacer una tormenta de ideas y lograr que alguien ingrese a nuestra publicación. Diez de ellos abrieron sus paraguas al escuchar la palabra "tormenta", y los dos que habían entendido la propuesta dijeron a coro y con los ojos encendidos: "¡Pornografía!"

Los despedí a todos, pagando la correspondiente indemnización porque ya estoy cansado de ir a Tribunales, salvo a Conti, la única persona razonable que me rodeaba. Él fue el que me dijo: "Dejá de escribir de Atlanta, no le interesa a nadie. Y tratá de actualizarlo más de una vez por mes".

Pese a su declaración rayana con la blasfemia, creo que tiene razón. Mañana me voy a ver a Atlanta, el otro sábado salgo de vacaciones, y a la vuelta veo qué se puede hacer. Hay que aprender a escuchar los buenos consejos.

viernes, 3 de abril de 2009

El domingo, minuto a minuto


08:00: Estoy durmiendo

10:00: Sigo durmiendo

23:50: Termina la jornada laboral... Epa, me pasé. Rebobinemos.

12:30: Almuerzo apurado. El partido empieza a las 16:10 pero quiero estar en la caravana rumbo al estadio. Me acompaña mi mujer. Si fue a la cancha de Platense, no iba a faltar ahora.

13:30: Llegamos media hora tarde a la caravana que sale de Corrientes y Scalabrini Ortiz. Los pocos que quedaban (o tal vez siempre fueron pocos) ya emprenden la caminata hacia Humboldt.

13:45: Compramos un agua. No se recuerda 29 de marzo más caluroso que éste. Claro, quién se va a acordar si el 29 de marzo de hace 2 años hizo 20 grados o llovió durante media hora.

14:00: Ya estamos afuera de la cancha, que está igual de cerrada que en los últimos 3 años. Dicen que se va a abrir, pero hasta que no lo veo, no lo creo.

14:10: Compramos nuestras entradas para la popular. Una para mujer ($16) y un bono de socio ($6). Dos plateas nos hubiesen salido $70. El ahorro de $48 es fundamental.

14:40: Hay un vendedor de gorritos. Mi mujer se compra uno a $15. No trae ningún DVD de regalo.

14:50: Momento de gran emoción. Se abren las puertas del estadio. Entramos y nos topamos con un puesto de merchandising. Compramos una remera conmemorativa a $40. No está autografiada por viejas glorias del club. Lo dicho, el ahorro de $48 era fundamental (aunque no suficiente) para hacer estas compras.

15:00: Las instalaciones son un lujo. Lo notamos al ir al baño y comprobar que hay agua para mojarse un poco la cabeza y combatir el calor. ¡Que aprendan los otros clubes!.

16:07: En un estadio en el que no cabe ni un alfiler, salvo que te lo claves y lo dejes ahí adentro durante todo el partido, algo no muy recomendable, sale el equipo. Tiramos papelitos que alguien anduvo repartiendo. Los mismos caen todos unidos entre sí a escasos centímetros de distancia.

16:20: Gol de Atlanta. Me empujan y temo una avalancha. Agarro a mi mujer para sostenerla y nos caemos los dos sentados hacia atrás. Su corazón se detiene durante 10 segundos por el susto. No debí haber ahorrado esos $48 que de todas maneras terminé gastando.

17:01: Final del primer tiempo. Bajamos de la tribuna para refrescarnos. No hay agua. Y bueh... por $22 que costaron las entradas, qué querés...

17:30: Empata Español. Lo vemos desde muy cerca, en el alambrado, donde nos quedamos para evitar el apretujamiento. Un desubicado el rubiecito ese que metió el cabezazo. Seguro que es de los que se emborrachan y te arruinan una reunión.

17:47: Los bomberos nos mojan para evitar que se siga muriendo gente insolada o por asfixia. Un poco tarde, pero se agradece.

18:01: Segundo gol de Atlanta. Al menos eso parece, porque la gente grita y los jugadores se abrazan. Todo pasó en el arco que está del otro lado de la tribuna, así que a mí no me pregunten.

18:10: Vuelven los bomberos. No hacía falta. Ya había bajado el sol y yo todavía estaba mojado. Mientras estoy distraído tratando de evitar que me volteen de un chorro, llega el 3-1 convertido por el sex-symbol Lucas Ferreiro (ver comentarios del post anterior, pero no el de la foto).

18:20: Final del partido. Se festeja como un campeonato. ¿Cuándo ganemos el campeonato lo vamos a celebrar como si fuera una victoria contra los burros de Español? No importa. Si llega, cosa difícil, ya veremos.

18:30: Después de vivar a los héroes, salimos de la cancha. Crease o no, me tengo que ir a San Isidro a trabajar.


La jornada laboral fue casi la antítesis de lo vivido horas antes. Aire acondicionado, ingreso sin pagar, conexión gratuita a internet, imágenes filmadas de los goles de Atlanta desde una posición privilegiada, baño para discapacitados. Realmente, no entiendo porqué prefiero mil veces lo vivido por la tarde. Qué raros que somos los seres humanos.

Mi foto en la fiesta de Atlanta


Ahí estoy, donde señala la flecha. Soy el de anteojos y camiseta de Atlanta con auspicio de Tafirol (gran publicidad para un equipo dispuesto a dar dolores de cabeza a sus hinchas). La de al lado, con gorra del club, es mi mujer.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Una vuelta que vale más que la olímpica


Se sabe que el interés del hincha de fútbol es geométrico. Esto es, por cada equipo que le simpatiza, hay uno o dos a los que quiere ver derrotados y humillados. Cualquier fanático de River dudaría si tiene que optar entre tres Copas Intercontinentales para su club y un descenso oprobioso para el odiado Boca. Lo quiero ver a ese Salomón que dijo "la mitad del pibe para cada una, y los menudos los venden en la carnicería" ante una disyuntiva semejante.

Desafortunadamente, los hinchas no decidimos nada, y simplemente nos ponemos de buen o de mal humor por lo que otros resuelven dentro de la cancha. Y cuando sos hincha de Atlanta, en general gana la segunda opción (o sea, el mal humor, por si no te diste cuenta). Pero siempre puede haber una excepción.

La semana futbolística había arrancado muy bien el jueves, con el sufrido triunfo de Instituto frente a Chacarita, que empieza a complicar la chance de ascenso a Primera del equipo de San Martín. El sábado, Atlanta le ganó a Morón como visitante, y enseguida perdió All Boys con Atlético Tucumán, y volvió a complicarse con el descenso. Un hincha bohemio no puede pedir mucho más, al menos en el curso de dos días.

Sin embargo, todo esto no fue más que el prólogo perfecto para la gran noticia del miércoles 25 de marzo. Después de más de 3 años de jugar como local en Platense, en Comunicaciones, en Excursionistas, en Ferro, en Caseros, en Huracán y en el Giuseppe Meazza (tachar lo que no corresponda), Atlanta volverá a ser local en Villa Crespo, el domingo a las 16:10, frente a Español.

La cancha en la que vi a Cristian Castillo quedar 243 veces en posición adelantada, en la que se gritó por la voz del estadio "maten al referí, maten a ese hijo de puta", en la cual temía caerme entre 2 tablones cuando era chico. Pero también en la que Fabián "Pepe" Castro puso la bola mil veces abajo de la suela, en la que me metí para dar la vuelta olímpica en 1995, en la que cantó Serrat luego de decir "Bienvenidos al estadio de un equipo campeón". La que queda a 15 cuadras de donde vivo. Mi casa como hincha de fútbol. Creáse o no, estoy feliz de ser de Atlanta. Ya se me va a pasar.

miércoles, 25 de febrero de 2009

El nudo de la cuestión

Así como la selección argentina fue Maradona-dependiente, y como Atlanta es milagro-dependiente, yo soy internet-dependiente. Para planificar un viaje, para buscar una dirección, para leer las críticas de un restaurante y evitar eso de comer caro y mal, para conocer a mi esposa (y evitar eso de casarse caro y mal), para chequear la receta de la chocotorta, y ni hablar a la hora de laburar, la banda ancha, o al menos el dial-up, me resulta imprescindible. No sé cómo podía vivir antes. Creo que miraba mucha televisión, pero Flavia Palmiero y El Auto Fantástico no me daban tantas respuestas.

Es un arma de doble filo. Uno aprende gracias a internet, pero también deja de memorizar datos. Total, para qué, si están en internet. Y una de las tantas cosas que se pueden encontrar por la red son las instrucciones para hacerse el nudo de la corbata, para salvar las papas ante la inminencia de una fiesta y olvidarte para cuando tengas usar corbata otra vez, dentro de un año, un mes y 18 días, cuando nuevamente deberás ingresar a ese link fundamental para el cumple de 15 de tu prima.

Siempre tuve problemas con los nudos. Mis padres me ataron las zapatillas hasta los 7 u 8 años, y cuando empecé a atarme solo llegó la bendita era del velcro (gran invento, casi a la altura de internet).

A los 12 ó 13, cuando a alguien se le ocurrió que había pasado de moda, mi lentitud para atarme las zapatillas era sólo comparable a la del guineano Eric Moussambani para nadar los 100 metros libre en Sydney 2000. Actualmente, me saco y me pongo las zapatillas con los cordones atados. Hacerse el moño es para perdedores (buena frase, creo que la voy a poner como salvapantallas).


Ante este panorama, realizar el nudo de la corbata y explicar la teoría de la relatividad me parecen tareas igualmente complicadas. Pero está internet. Y si ponés en google "Teoría de la relatividad para tontos", te salen 8.070 links. Y al tipear "nudo de corbata", la primera opción es http://www.nudo-de-corbata.com/, donde hay un gráfico paso a paso para quedar impecable. Sin este link, mi casamiento, donde usé una corbata por 7ª vez en mi vida, hubiese sido mucho más complicado.

Después me informaron que youtube tiene un montón de videos demostrando cómo se hace el nudo. Pero tampoco hay que exagerar. Algún lugar para la improvisación tenés que dejar.

jueves, 19 de febrero de 2009

El niñero

Luli, de un año y 5 meses, en su casa. Mi hermano, trabajando. Mi cuñada, trabajando. Mi mujer, trabajando. Mi vieja, de vacaciones en Villa La Angostura. La niñera, disponible sólo hasta las 19. El tío, que vendría a ser yo, al dope a partir de las 18. La tarea: cuidarla, darle de comer, cambiarla si llega a ser necesario.



Llego a lo de mi hermano a las 19. Me dan el paquete llamado Luli y me dicen "arreglate". Hay buenas noticias. Se cagó y fue cambiada poco antes de mi llegada. Como dice mi madre, ella entiende todo. Y habrá entendido que si yo le cambiaba los pañales íbamos a terminar los dos teniendo que bañarnos inmediatamente.



Además de entender, y aunque habla una mezcla de pakistaní y coreano, Luli también se hace entender. Consigue que le prenda la tele y que la deje salir al balcón. Yo no tengo la misma suerte, y ella no comprende que no tiene que llevarse a la boca la miguita de una galletita "ondina" del año 1982 que encontró debajo de los almohadones del sillón, ni la flor que levantó del piso del balcón. Llego a la conclusión de que tiene hambre.



Hay una tarta de jamón y queso preparada. Se la corto en pedazos chiquitos. Se la doy de comer con una cucharita porque no encuentro el tenedor de plástico. Parece que, efectivamente, tenía hambre. Quiere agarrar la tarta con la mano y un poco la dejo, hasta que toma 25 pedacitos juntos, 10 van a la boca (demasiados), 3 a la mesa de su sillita, 4 al suelo, 4 al babero, y otros 4 desaparecen misteriosamente.




En el medio del proceso, se hacen las 9 de la noche y empieza Atlanta-San Telmo, televisado. A Luli no le entusiasma tanto como Playhouse Disney, pero se lo banca. Se ve que está acostumbrada. A los 10 minutos del partido, suena el portero eléctrico. Son los bomberos que vienen a dar su colaboración. Léase, mi mujer, la tía de Luli.


Ahí comienza el momento más dramático de la jornada. Voy a abrir la puerta para bajar y la llave no cumple con su función. Son 10 minutos que parecen una hora. Para mí, que transpiro luchando con la llave, mientras escucho un grito de gol y veo festejar a un jugador de San Telmo, pero por suerte enseguida avisan que fue anulado; para mi mujer, que ya consiguió que alguien le abra la puerta de abajo pero todavía espera que yo la pueda dejar entrar; Para Luli, que sabe que viene alguien y, como el pueblo, quiere saber de quién se trata.


Finalmente, cuando ya había llamado a mi cuñada para pedirle instrucciones, se hace el milagro. Salta Soldán, apoyándose en el escribano Prato Murphy. Ya no estamos solos con Luli, que vuelve a su sillita para seguir comiendo.


Ese fue el primero de los tres días que Luli estuvo bajo mi cuidado. No sé si fue casualidad, pero antes del tercer día, los padres la llevaron a la pediatra para un control. Esta gente no confía en nadie.

Biografía

Si ponés "Ernesto Kotlar" en google, no aparece nada. Es injusto para un tipo que no paró de hacer cosas, salvo cuando dormía siestas kilométricas.


Ernesto Kotlar nació el 17 de febrero de 1939 en Tucumán, y fue recibido con tristeza por su madre, que esperaba una nena después de haber tenido dos hijos varones. Sus padres, el ucraniano José y la argentina Dora, decidieron venir a Buenos Aires cuando él tenía 5 años. De todas maneras, le quedó una simpatía por San Martín de Tucumán, aunque sus preferencias se inclinaban hacia Boca. Igual, el fútbol no era una parte importante de su vida, a tal punto que ni siquiera vio las finales del Mundial '86 y del '90.


Fue un alumno apenas decente en el Hipólito Vieytes, donde se bancó un 1 en historia por no usar luto tras la muerte de Eva Perón. No era peronista, tampoco radical. Militó en la Federación Juvenil Comunista. Siguió contabilidad pero no terminó. Mientras estudiaba, trabajó. Entre otras cosas, creo que tocaba timbres para vender no sé qué, seguramente luchando contra su timidez.


Se casó joven, tuvo dos hijos y se separó. Se volvió a casar, ya un poco más grande, en 1973. Como no había ley de divorcio, se fue con Julia hasta Yacuiba, en Bolivia, para cumplir con los trámites legales. 9 meses y 6 días después de la boda tuvo a su tercer hijo, el primero con Julia. Y 17 meses y 8 días más tarde de aquel nacimiento, fue mi turno. 2 años después, murió su padre, que tenía alzheimer en una época en la que no se llamaba así. Un día, caminando por la playa de Villa Gesell, me dijo que no quería morirse en ese estado. Su deseo se cumplió.


En aquellos años '70 tenía una fábrica de cinturones. Después, empezó a trabajar en una empresa constructora de casas prefabricadas. Parece que la cosa anduvo bien, porque en 1979 nos mudamos y en 1981 hicimos un viaje en el que pasamos por París, Tel Aviv, Jerusalem, Masada, San Francisco, Los Angeles, Disneylandia, y tal vez me olvide de algún otro destino.


Podía hablar de cualquier cosa menos de deportes. Pese a eso, sus dos hijos menores se dedicaron al periodismo deportivo. Le gustaban los tangos, la música clásica, y un violinista llamado Hernán Oliva. Sin tener un gusto refinado por la literatura, leyó montones de libros. Asimov, Agatha Christie, Simenon, Saramago, libros de historia e inclusive historietas, con Asterix a la cabeza. Cuando leía recostado a Fontanarrosa o a un tal Ephraim Kishon, se reía y movía toda la cama. Llegó a pesar 100 kilos y 80 los tenía alojados en la panza.

Físicamente, tenía un aire a Miguel Bonasso y a Alberto Cortez.




Hablando de libros, a mediados de los '80 tuvo su propia editorial, Per Abbat, pero no duró mucho. Lo suyo era la construcción. Ya con su propia empresa, su idea para hacer negocios fue coherente con sus ideales políticos. Casas para gente con salarios escasos, a cuotas muy bajas y a pagar durante una pila de años. No le fue mal, aunque le gustaba más vender que controlar y por eso le robaron bastante.


Las crisis económicas le complicaron la vida. Literalmente. Se infartó el 1º de mayo de 1991, poco después de cerrar una oficina. Se murió en 2005, luego de otro cierre, y cuando estaba buscando la forma de hacer negocios con el reciclaje de basura. En ese momento tenía 2 nietos. Ahora tiene 2 más.


Ernesto Kotlar hubiese cumplido 70 años el 17 de febrero. Reparada la injusticia de google. Otras injusticias son un poco más difíciles de corregir.


jueves, 5 de febrero de 2009

El wedding planner


Si en el capítulo anterior de este blog te estremeciste hasta la médula al ver lo que son los trámites para un casamiento y ahora estás esperando un donante, preparate porque todavía no sabés lo que es armar la fiesta, por pequeña que sea.


Esto no arranca 28 días antes... empieza como 6 meses antes, cuando tu futura esposa te sugiere por vigesimocuarta vez si no te parecería lindo usar alianzas, y ya que estamos pasamos por el registro civil, y bueh... por qué no festejarlo con una pequeña reunión con los íntimos. Y finalmente accedés, como ella también accede a ir a la cancha de Platense a ver Atlanta-Brown de Adrogué (ese fue otro capítulo de este blog, no te puedo explicar todo).



Y te ponés contento y te envalentonás, y decís "vamos a anunciarlo a la familia". Y la familia se alegra, y está tan alegre por vos que dice "yo lo quiero ayudar con la fiesta", y ahí te empieza a cambiar todos los planes. La fiesta íntima ya es un poco más grande, hace falta al menos un salón, y no puede faltar el tío Romualdo al que no ves desde que se juntaron para mirar la derrota de Argentina con Bélgica en la inauguración del Mundial '82, pero tiene que estar.


Cuando tu vieja te está por prender fuego cual Juana de Arco porque dijiste que no pensabas invitar a las novias de tus compañeros de trabajo, porque no las conocés, empezás a pensar que todo fue un error. Encontrás una solución momentánea, que es dejar de contarle los planes a tu madre. Gran acierto.


De todas maneras, mamá no es la única que opina. Las amigas de tu futura mujer están desesperadas porque no va a haber baile. Tu cuñada amenaza con llevarte a juicio penal (un penal que no fue) porque no querés fotógrafo ni invitaciones. Nunca habías discutido con tu pareja y ahora se van a la cama enojados porque ella, que es católica, quiere que haya música judía, y vos antes que eso preferís un coro de canto gregoriano.


La cuestión es que después de rosquear más que para votar las retenciones en la cámara de diputados, finalmente todo se resuelve. Vos y tu mujer se ponen de acuerdo, planifican todo y sale bien. Mamá te felicita. Se olvidó del tío Romualdo.

No te paso la fórmula porque la voy a patentar. Desde ahora me voy a dedicar a ser wedding planner.

miércoles, 14 de enero de 2009

El matrimonio, en 20 sencillos pasos


No sé en qué carajo piensa el que dice "este partido es un trámite", como metáfora de que va a ser algo fácil. "Hoy jugamos de locales contra Armenio: un trámite, los pasamos por arriba". Si alguna vez dijiste eso, no hiciste muchos trámites. Y no sos de Atlanta, equipo para el cual puede tornarse muy complicado hasta un partido contra los veteranos de Vietnam.

¿Fuiste alguna vez a renovar la cédula? Yo fui con una muela de juicio molestándome y te aseguro que fue uno de los días más largos de mi vida. ¿Fuiste a renovar el pasaporte? Yo resolví no ir pese a que lo tengo vencido. ¿Fuiste a pedir turno para casarte? Pensalo bien...

Casarte puede ser un quilombo, y no por el deterioro que ocurre en muchas parejas con el paso del tiempo. Ese es otro tema, como diría Santo Biasatti.

El trámite es así. Tomá nota por si pensás hacerlo:

1. Averiguas cuál es el Registro Civil correspondiente a tu domicilio.

2. Vas al Registro Civil 28 días antes de la fecha en la que querés casarte.

3. Te dicen que ese Registro Civil ya no es más Registro Civil, ahora es CGP. Te mandan al Registro Civil que sí es Registro Civil.

4. Preguntás qué colectivo te lleva y lo tomás. Si no habías llevado monedas suficientes, hay un paso 4 bis, que es ir a un banco o a un kiosco y conseguir monedas.

5. Hacés la cola en informes.

6. Después de 20 minutos o media hora, te dan un número y te mandan a un box.

7. En el box llaman para pedir turnos de matrimonios y para inscribir a recién nacidos. Cuando sos el próximo que tienen que llamar para matrimonios, empiezan a llamar sólo para los nacimientos.

8. Alguien que está para matrimonios 3 ó 4 números después que vos va a preguntar qué pasa.

9. Te llaman y te explican lo que tenés que hacer.

10. Como querés hacer el civil en la fiesta, preguntás cómo se hace lo de la entrega de libreta a domicilio. Te dicen que eso sólo se hace en el Registro central, en la calle Uruguay.

11. Al día siguiente, te levantás tempranito y vas al Registro de Uruguay.

12. Creés que es igual que el otro y hacés una cola en informes, bastante más larga que la del día anterior.

13. Después de 40 minutos, te atienden y te dicen que tenés que ir directo al primero piso, donde atienden los matrimonios. No te dan número y te podrías haber ahorrado esa cola

14. Vas a donde te mandaron. Ahí sí sacás número. Esperas 40 minutos y te vas porque tenías hora con el médico. Pensás "vuelvo mañana".

15. Volvés al día siguiente, tempranito, nuevamente. Ahora vas directo al primer piso, lo tenés todo claro. Esperás 15 minutos y te atienden. Te dicen que no se hace ahí el trámite, que tenés que ir a la dirección operativa, en el segundo piso. Todo lo del día anterior y estos 15 minutos podrías habértelos salteado pero... ¿cómo saberlo?

16. Vas a la dirección operativa. No hay gente esperando, pero tenés que esperar igual porque te dicen que no está la persona encargada de ese trámite.

17. Llega la persona encargada. Te atiende, te toma los datos, y te manda al sexto piso, contabilidad, a pagar.

18. Subís al sexto piso, preguntás dónde es contabilidad. Te dicen que es del otro lado del pasillo, pero que no podés pasar porque está en obra. Tenés que bajar hasta el cuarto y subir del otro lado.

19. Bajás y subís. Buscás contabilidad. No la encontrás. Desde una ventana, una mujer te pregunta qué necesitás. Te dice que ella es de contabilidad, que ahora te atiende.

20. Le pagás a la mujer, que te carga y te dice "¿te vas a casar? ¿estás seguro?". "Y, si pasé por todo esto, tengo que estar seguro", le contestás.



Todavía falta el análisis prenupcial y el regreso al Registro Civil inicial para presentar el prenupcial, la solicitud de matrimonio, los documentos de los testigos y otros papeles que te dieron. Ah, y al final el casamiento. Una pavada. Un trámite...

viernes, 2 de enero de 2009

Las fiestas en lo de mamá


Mamá se pone nerviosa cuando organiza una reunión. O cuando la organizan sus hijos, que son una extensión de ella. Pero bueno, en su casa es peor. Todo tiene que ser perfecto, y cada uno de los invitados debe pasarlo bien. Paradójicamente, yo la paso mal cuando veo a mi madre ponerse así de nerviosa. Y creo que lo sabe, pero no parece que pueda hacer nada al respecto.


Ella nunca está más de 2 minutos sentada junto al resto. A cada instante debe levantarse para buscar la bebida que falta, la comida que se calentó, la servilleta imprescindible. Si hay diferentes cosas para picar, recita en voz alta qué hay en cada uno de los 15 platos, y cada 20 ó 30 segundos consulta si falta algo.


La comida siempre sobra. Si algún día llegara a quedarse corta, creo que se encerraría a llorar en el baño, y después llamaría al delivery encargando 100 empanadas.


Yo intento ser exactamente al revés, lo cuál no es necesariamente bueno. Tampoco quiere decir que invito gente y los trato como en la Pizzería "Los Hijos de Puta" (Donovan y Camino Gral. Chamizo, Gerli). Pero intento no hacerme malasangre, y si llega a faltar algo, mala suerte, pero estamos entre gente grande.


La ecuación es simple: si la voy a pasar mal, no hago nada. Si hago algo, la paso bien yo también, y si se acaba el agua con gas, podés tomar sin gas. Y si la próxima vez no querés venir, hacete un mechón.


Los que van a venir el 31 de enero, prepárense.