viernes, 5 de diciembre de 2008

Mi segundo encuentro cercano con un rabino



Digo el segundo, aunque del primero no me acuerdo. Sé que fue a fines de abril del '75 y para ser exactos, se trataba de un mohel. A la tierna edad de una semana, tuve mi bautismo con la religión judía. Desde entonces, ni templo, ni bar-mitzva, ni nada que justificara aquella amputación prematura. Mi mayor contacto con lo judío fue a través de las sopas con kneidalej y los varenikes con cebollita (que son muy ricos, pero tampoco cedería un pedazo de mi cuerpo con tal de comerlos).

Pero bueno, no estoy acá para escribir de los traumas psicológicos de la circuncisión. 33 años y 7 meses después de aquello, volví a quedar cara a cara con un rabino (no confundir con Enrique Hrabina, cuya fotografía con la casaca de Atlanta acompaña este relato sólo para que alguno diga "je, qué boludo").

Se trata de un ex compañero del colegio primario, que me contactó a través de mi hermano (un hombre público a partir de que firma sus notas periodísticas con su dirección de e-mail). Facebook no tuvo nada que ver con esto. No tengo dudas de que era el pibe más quilombero del grado. Me escribió contando que es rabino, y que quería saber qué había sido de mi vida.

Acordamos un encuentro para este último jueves (el 4 de diciembre, aclaro porque tengo el pálpito de que este post quedará publicado durante varias semanas). El llegó con su kipá y su barba larga, yo con el mismo look con el que dejé la primaria, sumando algunos centímetros y canas. Tomé una sprite y él un café irlandés 100% Kosher.

Me preguntó si tengo alguna actividad relacionada con lo espiritual, y ante la respuesta negativa, me consultó de qué se alimentaba mi alma. Y no se refería a los kneidalej ni a los varenikes (con cebollita). No dije nada.

También quiso saber qué se hablaba entre los periodistas sobre el islam. Ahí sí le pude contestar. No se habla nada. A duras penas se conversa un poco sobre Cristina y sus medidas políticas y económicas, y lo más cercano al islam es cuando damos los goles del uruguayo Sebastián Soria en Qatar.

Fue más de una hora y media de charla, en la que también me reveló que una vez encontró al director de la escuela intimando con la de dibujo en la sala de profesores (cual Skinner y Krabappel). Increíble.

Recordamos a los compañeros de clase. Sólo a los judíos, que no eran muchos. Los otros no le interesaban demasiado. Me dijo que los que escriben de política internacional en Clarín son todos antisemitas. Creo que si la charla duraba un rato más iba a sacar la misma conclusión sobre mí.

Me habló sobre los riesgos de un casamiento mixto, citando unas estadísticas (aflojá, Barnade) que indican que el 67% de los casamientos judeo-cristianos terminan mal. Después, hablando con mi futura esposa llegamos a la conclusión de que no somos un matrimonio mixto porque ninguno de los dos es religioso, así que nos quedamos tranquilos.

En resumen, un encuentro interesante. Hubiese preferido que fuera una rabino más progre, que sin dudas los hay. Pero bueno, entre él y el mohel, no tengo dudas con cuál me quedo. Al menos, lo que consumimos lo pagó él. Buena onda.

viernes, 14 de noviembre de 2008

No sueño con serpientes, pero preferiría


Estoy en el trabajo, o un lugar parecido, pero que en el sueño es el trabajo. Acomodando papeles, me corto un dedo con una hoja. Algo que me pasó varias veces, pero acá es distinto. Me corté el dedo de lado a lado. No tiene hueso. Es como una salchicha. Es el mayor de la mano izquierda, casi seguro. No siento dolor, no hay sangre, pero me impresiona tener el dedo cortado. Me lo sostengo con la mano derecha para mantenerlo donde debería estar.


Parto rápidamente hacia alguna guardia hospitalaria. No sé en qué, pero llegué. Hay espera. Yo sigo sosteniendo mi dedo. De repente, en la espera estoy con mi madre. Nos vamos a comer algo en un restaurant del sanatorio mientras esperamos. No sé cómo hago para comer sosteniendo el dedo. No me pregunten.


Vuelvo a la guardia antes de terminar el almuerzo. Me atiende una doctora que me dice que no me preocupe, que me lo van a arreglar. Que vaya y termine de comer. Y me da 100 pesos para cubrir el almuerzo. Le digo que me sale 34 y le doy el vuelto. No sé cómo, porque supuestamente nunca separaba el dedo de la mano izquierda. Le di 56 pesos de vuelto. A las 2 horas de despertarme, y después de repasar varias veces el sueño, me di cuenta de que le robé 10 mangos.


Además, recuerdo que me preguntó qué había pedido. Era una milanesa con puré, y ella me hace una broma, conocedora del restaurant del hospital, como que seguramente me habían servido más puré que milanesa. Y yo le digo "sí, 34 pesos de puré". Insólito diálogo. Sobre todo teniendo un dedo cortado. Y también me suena algo así como que el dedo me lo iba a pegar con "La Gotita".


Me levanté repitiendo a cada rato el gesto de sostenerme el dedo con la mano derecha. Acepto interpretaciones. Yo tengo las mías. Que el trabajo me parte al medio, que tengo un montón de asuntos por la mitad... Y también algunas conclusiones: que no sé nada de anatomía, que mirar para otro lado en las partes sangrientas de las películas no está mal para no tener sueños tan impresionantes y que en el fondo soy un chorro que le afana 10 pesos a alguien que le paga una comida.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Necesito tiempo... ¿alguien tiene?



Hace casi un mes que no escribo nada en este blog. Antes que nada, quiero tranquilizar a la población. No me morí. La carrera hacia los 100 años todavía continúa. Simplemente, estuve ocupado en otros menesteres, como ver televisión, leer el diario, psicoanalizarme, comer, ver a mi familia, dormir, preparar la comida, lavar y secar platos, colgar la ropa, descolgarla, planificar una semana de vacaciones para fines de octubre, trabajar, y otras cosas que hace todo el mundo y que no vale la pena aclarar, pero que llevan tiempo. Sí, hablo de eso que estás pensando, pero no sólo de eso.


Viendo la larga lista, no sé cómo en algún momento pensé que iba a poder dedicarme a un blog. Un grave error de cálculo. Pero bueno, ya está. Ahora es tarde para arrepentirse. Nunca voy a ser tan famoso como Cumbio a este paso. Mirtha Legrand no me va a invitar a almorzar si tengo un blog que se actualiza una vez por mes. Deberé buscar otra manera.


A lo largo de estos días, se me ocurrieron algunos temas para escribir aquí, pero ninguno me pareció suficiente para justificar un post.


Había pensado en hacer una advertencia sobre la publicidad de Gatorade en la que un muchacho les canta dulcemente una canción infantil a un grupo de niños de jardín, pero resulta que jugando al fútbol es una mezcla entre José Luis Chilavert, Oscar Ruggeri, Roberto Pasucci, Blas Giunta y Osama Bin Laden. Para mí, un tipo así es un potencial pedófilo. Digo, yo no lo dejaría al cuidado de mi sobrina. ¿Y ud.?


La semana pasada creí importante avisar que hubo una protesta de los trabajadores de la televisión pidiendo aumentos de sueldos, con escraches en Telefé y el 13. Me parecía interesante escribirlo acá porque sabía que en ningún medio iba a hablarse del tema, por razones obvias. Pero como este no es un blog serio, lo descarté rápidamente.

De todas maneras, había pensado encarar el relato sobre la extrañeza que sentí al formar parte de esa protesta por algunas cuestiones como que algún señor del sindicato me indicara que cargue una caja con bombas de estruendo (lo cuál ya me hacía cómplice de eventuales destrozos); que me dieran una bandera del Sindicato de Televisión, siendo yo periodista; que me cruzara con un colorado grandote, de bigotes, que creo recordar como uno de los que fue al entrenamiento de San Lorenzo a putear a los jugadores después del recordado 1-7 con Boca, y que seguramente no trabaja en ningún canal de televisión. En fin, una de esas situaciones en las que cualquiera se pregunta "¿cómo llegué acá?".

No sé si había pensado en algún otro asunto para escribir. Seguramente sí, pero ya me olvidé. Y, la verdad, ahora no tengo tiempo para seguir, porque acá donde me leen, estoy por dedicarme a tres de las tareas anteriormente mencionadas. Adivinen cuáles y se ganan una bandera del Sindicato Argentino de Televisión (sin el palo, porque no tenía dónde guardarlo).

jueves, 4 de septiembre de 2008

El baño de damas de la popular local de la cancha de Platense

Primero debo aclarar cómo llegué hasta ahí. Jugaban Atlanta y Brown de Adrogué, un viernes a la noche. Con mi mujer nos preguntamos qué podíamos hacer para pasar un buen rato. Aclaro que no somos una pareja sado-masoquista ni nada por el estilo, pero ir a la cancha nos pareció un buen programa. Al menos, un poco mejor que ver la película neocelandesa de las ovejas asesinas.



Viajamos una hora en el 71, mucho tiempo para que a ella no le dieran un poco de ganas de hacer pis, pese a haber tomado la precaución de ir al baño antes de salir.



La elección de la tribuna popular fue una cuestión de costos. Una platea para un partido de Atlanta sale tan cara como ver al Cirque du Soleil en la fila 4. No digo que no lo valga, pero si hay una opción más económica uno puede aprovecharla.



Y dijimos, mejor pasar por el baño antes del partido, porque en el entretiempo tal vez vaya más gente. Okey. A apurarse antes del pitazo inicial de Carlos Stoklas (siempre hay que saber el nombre del árbitro al que uno va a insultar).



El primer baño era evidentemente el de hombres. Había muchachones entrando y saliendo, muy cerca de la barra que se reunía preparando su ingreso mientras hacía sonar los bombos. Unos 10 metros más adelante había otra puerta. ¿Sería el baño? A ver...



El piso estaba cubierto de agua. Luces no había. Las puertas de los inodoros, que alguna vez deben haber estado, seguramente fueron utilizadas para avivar un asado de camaradería entre la hinchada de Platense y alguna barra amiga. Uno pensaría que nadie se animó a entrar allí en años, aunque los restos de papel higiénico (y otros restos que no vale la pena mencionar) desmienten esa idea.



¿Teníamos otra opción? No. Ella entró a uno de esos cubículos infectos, tratando de no tocar nada para evitar contagiarse de rabia, sífilis o del síndrome Estocolmo. Yo me pare donde debía estar la puerta, dándole la espalda, primero porque no somos de las parejas que hacen sus necesidades frente al otro, y segundo para ver que no entrara nadie a interrumpir ese mágico momento. Habrá sido un minuto, con el sonido de los bombos atronando, al punto que parecía que estaban adentro de ese lugar.



Salimos y subimos a la tribuna. Vimos el partido, que Atlanta ganó 1-0 con mucho sufrimiento (decir que se sufrió en una aclaración innecesaria para cualquiera que conozca a Atlanta, pero calculo que habrá lectores de este blog que no estén del todo informados sobre este padecimiento). Por suerte, y pese a que hacía un poco de frío, ella no volvió a tener ganas de ir al baño. De hecho, creo que no volvió a hacer pis por 2 días.

viernes, 29 de agosto de 2008

Denuncia al INADI



Señores del INADI. Me contacto con uds. para denunciar por discriminación a todos los humoristas. El humor, incluso el más sutil, se basa en la discriminación. La gente siempre se ríe del diferente, del ignorante y del que sufre (la imagen de Nelson no me deja mentir). Estos son algunos ejemplos:

  1. Les Luthiers: miles de números discriminantes. El festejado Warren Sánchez les falta el respeto a todos los que creen en pastores religiosos. En "La hora de la Nostalgia", el público se ríe de un cantante de muchos años con un avanzado alzheimer.
  2. El Chavo del 8: ¿Acaso todos los pobres son brutos? Ñoño, el hijo del Sr. Barriga, el capitalista que cobra la renta, es claramente más culto que sus compañeros de origen más humilde.
  3. Los Simpsons: Lo más gracioso es la brutalidad y la torpeza de Homero. ¿Se supone que debemos reírnos del idiota de la clase o del que recibe un pelotazo en los huevos?
  4. Peter Capusotto: ¿Es un tema para la mofa la lucha armada de los años '70? ¿Qué pensará Cecilia Pando de Bombita Rodríguez, que canta "quiero armar con vos una molotov"?
  5. Roberto Fontanarrosa: con los aforismos de Ernesto Esteban Echenique, les tomó el pelo a los que escriben aforismos y a los que los leen. "El que ríe último, y de la desgracia ajena, ríe mejor" escribió una vez, justificándose.


Este es sólo un repaso de los principales herejes que me hicieron y me hacen reír. Hasta ahora, siempre me había sentido bien por tener sentido del humor. Ahora me parece que soy flor de hijo de puta.

viernes, 22 de agosto de 2008

Un perdedor de toda la cancha

Sin tener una conducta compulsiva, a mí me gusta jugar. Tengo mis limitaciones. El pictionary no es para mí. Soy un perro dibujando (incluso dibujando un perro). El "Dígalo con mímica" nunca fue mi fuerte por mi carencia de expresividad. Tampoco tengo una cabeza tan rápida como para ganar en el tutti frutti. Mi cultura general no es tan amplia como para triunfar en el Trivial, más allá de garantizar la rápida obtención de la ficha de "deportes y tiempo libre". Pero mis conocimientos deportivos ni incluyen la práctica de los mismos, que al fin y al cabo son juegos para los que no somos profesionales. He probado con el tenis, deambulé por una cancha de fútbol como cualquiera, hasta ejecuté algunos drives en un link de golf. Cero talento.



A las múltiples incapacidades, hay que agregar que no soy un tipo afortunado. En todos los almuerzos empresariales en los que hubo sorteos de televisores, viajes, órdenes de compra, órdenes de arresto, siempre me quedé con las manos vacías. Ingenuamente, reviso si gané algo en todos los concursos de Clarín: El Truco, la Generala, la Ruta de la Suerte, el Cheque de la Alegría, el Plazo Fijo Loco. Y nada.


No obstante, no me doy por vencido:



1) Me anoté en el Gran DT.



2) Juego en otro Gran DT del sitio http://www.sentimientobohemio.com.ar/, en el que sumo puntos con las actuaciones del plantel de Atlanta.



3) Estoy en un prode familiar, en el que por ahora voy venciendo a primas, tíos y menores de edad, aunque no creo que dure.



4) Tengo un equipo en Managerzone que se mantiene milagrosamente en una cuarta categoría pese a mi falta de dedicación (otro punto a la hora de explicar la escasez de éxitos).



5) Tiro la ropa sucia al canasto preparado para tal fin como si estuviera jugando al básquet (30% de efectividad en cancha, 13 de 73 en lanzamientos de tres puntos).



6) Hoy jugué a unos penales en la página de Fibertel y gané la definición -increíble-, por lo que accedí a jugar un jackpot (tuve tres chances y... perdí, obvio). Pero ojo que entré en el sorteo por un plasma (lo voy a ganar y todo).



7) Deposité unos cupones en la perfumería y entré en un sorteo por un viaje a no sé dónde.


8) Siempre me fijo si gano algo con el "Todo Suma" del Banco Galicia (por ahora, todo resta).



Lo que figura en esta lista es gratis, o sea que lo único que gasto en estos juegos es tiempo. Todo sea porque la llegada a los 100 años se me pase más rápido.

viernes, 15 de agosto de 2008

Malos consejos para niños y adolescentes




No soy de los que añoran la niñez. La infancia no es un lugar agradable para un pibe tímido, automarginado en cada grupo que integró (escuela primaria, secundaria, campamentos, barra brava de Atlanta). Sin embargo, esa etapa de la vida tiene un notable punto a favor: la falta de responsabilidades.




Si tenés entre 5 y 18 años y estás leyendo este blog, y creés que tu vida es complicada porque tenés que hacer la tarea de dibujo o resolver un problema con fracciones, quedate tranquilo que lo que viene es mucho peor. Vos mirás el futuro y decís 'cuando termine con toda esta mierda de materias que no me interesan por fin voy a seguir la carrera que me gusta y me voy a olvidar del movimiento rectilíneo uniforme'. Y no es así.




Del movimiento rectilíneo uniforme te vas a olvidar, y también de la tabla periódica de elementos. Es más, te podría garantizar que no vas a recordar ni los planetas del sistema solar. Pero lo que viene después es esto:




a) Te podés confundir de carrera y elegir una o dos que no te conformen hasta llegar a la correcta. Lo bueno sería darse cuenta rápido del error, porque hay algunos que se percatan a los 4 años o cuando ya llevan 10 años ejerciendo.




b) Cuando encuentres lo que realmente querés, también vas a tener materias que no te gusten en lo más mínimo y te hagan añorar "actividades prácticas".




c) Y al recibirte de lo que realmente es tu vocación viene lo peor: vas a trabajar de eso y lo vas a odiar con toda tu alma.




Este es mi ejemplo: entre los 7 y los 22 años me encantaba ver deporte. Miraba todos los partidos de cada mundial (me desesperaba si por alguna razón trivial como un cumpleaños familiar tenía que perderme un apasionante Irlanda vs. Egipto) y me podía quedar prendido a las peleas del judoca argentino más inútil de los juegos olímpicos.




Hoy, con 10 años laburando como periodista (los cumplí en abril y nadie llamó para saludarme), en pleno Beijing 2008, mi único pensamiento es, por favor, que se termine. Y lo mismo me pasa con el Torneo Apertura, con la Fórmula 1 y con la Champions League. Todo implica más trabajo. Y te digo más: he dejado de hinchar por los deportistas argentinos y por mis equipos favoritos (exceptuando a Atlanta).




Si Juan Martín del Potro gana en Washington, tengo que pasarme un rato largo buscando sobre las grandes rachas de los tenistas argentinos. Si pierde en semifinales, no pasa nada. Si Andrés Romero gana el Abierto del Centro Comercial, hay programas especiales para acompañar ese triunfo. Si el vencedor es un coreano, todo bien. Si River empata 0 a 0, ya tengo todo listo 20 minutos antes de que termine. Si da vuelta un resultado con 2 goles en tiempo de descuento en una hazaña épica, tengo que empezar a correr para cambiar todo lo que hice y me importa un carajo si alguna vez fui hincha de River o si lo sigo siendo.




Ser un profesional de lo que alguna vez te gustó, te lo arruina. Seguí mi consejo: si querés ser periodista deportivo, jugá al loto para ver si podés vivir sin laburar y así volver a emocionarte con el bronce de Paula Pareto.




viernes, 8 de agosto de 2008

Gran Concurso gran


Hace algunos años, en la feria del libro, Roberto Fontanarrosa elogió el gran poder de síntesis que tenía el siguiente cantito: "Cantemos todos que la Boca está de luto que son todos negros putos de Bolivia y Paraguay". Es verdad. En pocas palabras, quedan discriminados los morochos, los homosexuales y los inmigrantes de países vecinos.
La hinchada de Atlanta, creo yo, tiene el cantito con mayor porcentaje de insultos por palabra, y desafío a cualquiera a que lo supere:
"La concha de tu madre All Boys
la concha de tu madre All Boys,
lo' bohemio' te saludan:
la reputa madre que te re parió".
No vale inventar un cantito. Hay que traer alguno real con más puteadas que éste. Si lo consiguen, se ganan una cena en "Uy, nos rompieron el orto", famoso restaurant de Palermo Soho.

viernes, 1 de agosto de 2008

Cartas de los lectores


A lo largo de la semana de existencia que lleva este blog, mucha gente lo ha visitado. Más allá de que el contador diga que hubo 33 visitas, y que 31 fueron mías, no confío en la gente que hace estadísticas. De hecho, he recibido estos comentarios y los quiero compartir.



Joaquín, de Ubeda, dijo: "Si lo que quieres es vivir 100 años, no vivas como vivo yo"


Respuesta: Gracias por el consejo. Igual, ya me había dado cuenta.




Dr. Corsi, de Barrio Norte, escribió: "Hice los cálculos de tu cuenta regresiva para los 100 años y veo que tenés 12. Me encantaría conocerte y darte tratamiento para que llegues feliz a la edad que quieras".


Respuesta: Gracias doctor por la propuesta, pero hizo mal el calculo. Tengo 33 años. Y prefiero la terapia freudiana.




Luciano Benjamín, de Córdoba, comentó: "Yo también quería llegar a los 100, pero ahora hubo un cambio importante en mi vida y ya no estoy tan seguro".


Respuesta: No me decepcione. Somos muchos los que queremos verlo cumplir 100 años ahí donde está ahora, aunque no es que vayamos a llorar si se muere. Eso sí, si ve que hay alguna chance de que Macri sea presidente, mejor apúrese a morirse, porque ya veo que pueden venirse más indultos.





Luis New Town, de San Martín, aconseja: "¿Vos trabajás y querés llegar a los 100 años? La plata no se hace trabajando, pibe. Y dejá a Atlanta, que con Chaca vas a tener más satisfacciones".

Respuesta: Andá a cagar.




M. Gorbán, de Martínez, consulta: "Veo que ha convertido su vida en un reality show y que mucha gente se conecta para saber qué pasa con ud., si sigue vivo o no. ¿Le interesaría participar en el próximo Gran Hermano?".


Respuesta: Dejeme pensarlo. Mi trabajo se parece demasiado a eso de estar encerrado, con cámaras por todos lados, y últimamente también pasa eso de que la gente va saliendo de a una. Tal vez Gran Hermano rinda un poco mejor económicamente. Saco las cuentas y le contesto.




Max Schmeling, desde el más allá, escribió: "Yo me morí a los 99 años y la verdad que me dio por las pelotas no llegar a los 100. Tenía preparada la torta con las velitas bien separadas para que no me pase lo de Narciso Ibáñez Menta en lo de Mirtha Legrand. Espero que vos puedas llegar a los 100".


Respuesta: Gracias por tu deseo, Max.




Julia, de Caballito, comentó: "¿Cómo que querés vivir 100 años? ¿Nada más? ¿Vos me querés matar de un disgusto?".


Respuesta: Bueno má... Dije que quiero llegar hasta los 100, no que me vaya a morir al día siguiente de cumplirlos. (Consejo del blogger: mantengan a sus madres lejos de las computadoras).



viernes, 25 de julio de 2008

10 Cosas que no aprendí a tomarme con calma

  1. Los ruidos que me despiertan 2 horas antes de lo planeado


  2. Las discotecas


  3. Los casamientos o fiestas que recrean el ambiente de una discoteca


  4. Las esperas de colectivos


  5. Los colectivos que pasan de largo después de esperarlos 20 minutos


  6. Las visitas a los médicos


  7. Las computadoras que se cuelgan y te hacen perder minutos u horas de trabajo


  8. Los restaurants en los que pedís una cosa y te traen otra


  9. Las derrotas de Atlanta


  10. Los empates de Atlanta después de ir ganando

Tomalo con soda


Tengo la teoría, aunque sé que no es ningún descubrimiento, que si uno no se hace malasangre por todos los contratiempos que se le presentan en la vida, puede estirar algunos años más su existencia.
No digo que se muera tu tío y te chupe un huevo, pero hay que tener una escala de valores, y acá van algunos datos de la mía.

-El trabajo es sólo el trabajo. Si sale mal, sale mal. Si no llegás a tiempo, una pena. Mientras estés tranquilo que hiciste todo lo posible, que tu jefe se arranque de los pelos, que para eso gana el quíntuple de lo que ganás vos. Tus jefes tienen que ser los rivales a vencer en esta carrera rumbo a los 100 años. Si ellos se mueren antes por las úlceras que les provoca hacerse problemas porque hubo un error, es un triunfo nuestro.

-Yo no quiero tener un millón de amigos, porque me pasaría todas las noches yendo a sus cumpleaños y no podría ver la tele ni leer el diario. Pero no está de más rodearse de un número entre 5 y 15 personas que te quieran. Esto puede incluir a tu pareja y a tu familia. Que te cuiden cuando estás enfermo, que te avisen cuando estás por pisar caca de perro, que te traten con delicadeza cuando estás mal porque perdió tu equipo de fútbol.

Paro acá porque no quiero que empiece a entrar a este blog gente que consume libros de autoayuda. Además, cualquiera que lea esto, tenga en cuenta que yo quiero llegar a los 100 años, pero puede pasar que me muera a los 40 y no quiero que por eso me traten como a un mentiroso.

El porqué del nombre


Me he propuesto como objetivo, para hacer la vida un poco más interesante, llegar a los 100 años. Y llegar bien, porque tampoco es cuestión de llegar por llegar. De aquí en más, internet será testigo de mi carrera para alcanzar esa meta. La cuenta regresiva comienza ahora, y tiene como punto final el 21 de abril de 2075. Falta un montón.