jueves, 4 de septiembre de 2008

El baño de damas de la popular local de la cancha de Platense

Primero debo aclarar cómo llegué hasta ahí. Jugaban Atlanta y Brown de Adrogué, un viernes a la noche. Con mi mujer nos preguntamos qué podíamos hacer para pasar un buen rato. Aclaro que no somos una pareja sado-masoquista ni nada por el estilo, pero ir a la cancha nos pareció un buen programa. Al menos, un poco mejor que ver la película neocelandesa de las ovejas asesinas.



Viajamos una hora en el 71, mucho tiempo para que a ella no le dieran un poco de ganas de hacer pis, pese a haber tomado la precaución de ir al baño antes de salir.



La elección de la tribuna popular fue una cuestión de costos. Una platea para un partido de Atlanta sale tan cara como ver al Cirque du Soleil en la fila 4. No digo que no lo valga, pero si hay una opción más económica uno puede aprovecharla.



Y dijimos, mejor pasar por el baño antes del partido, porque en el entretiempo tal vez vaya más gente. Okey. A apurarse antes del pitazo inicial de Carlos Stoklas (siempre hay que saber el nombre del árbitro al que uno va a insultar).



El primer baño era evidentemente el de hombres. Había muchachones entrando y saliendo, muy cerca de la barra que se reunía preparando su ingreso mientras hacía sonar los bombos. Unos 10 metros más adelante había otra puerta. ¿Sería el baño? A ver...



El piso estaba cubierto de agua. Luces no había. Las puertas de los inodoros, que alguna vez deben haber estado, seguramente fueron utilizadas para avivar un asado de camaradería entre la hinchada de Platense y alguna barra amiga. Uno pensaría que nadie se animó a entrar allí en años, aunque los restos de papel higiénico (y otros restos que no vale la pena mencionar) desmienten esa idea.



¿Teníamos otra opción? No. Ella entró a uno de esos cubículos infectos, tratando de no tocar nada para evitar contagiarse de rabia, sífilis o del síndrome Estocolmo. Yo me pare donde debía estar la puerta, dándole la espalda, primero porque no somos de las parejas que hacen sus necesidades frente al otro, y segundo para ver que no entrara nadie a interrumpir ese mágico momento. Habrá sido un minuto, con el sonido de los bombos atronando, al punto que parecía que estaban adentro de ese lugar.



Salimos y subimos a la tribuna. Vimos el partido, que Atlanta ganó 1-0 con mucho sufrimiento (decir que se sufrió en una aclaración innecesaria para cualquiera que conozca a Atlanta, pero calculo que habrá lectores de este blog que no estén del todo informados sobre este padecimiento). Por suerte, y pese a que hacía un poco de frío, ella no volvió a tener ganas de ir al baño. De hecho, creo que no volvió a hacer pis por 2 días.